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El Sistema de Garantía Interna de la Calidad como elemento clave para la mejora continua

Decía Darwin que no es el más fuerte, ni el más inteligente el que sobrevive, sino aquel que mejor se adapta a los cambios. Y, sin duda, estamos inmersos en una época de cambios provocados por diversos factores. En el ámbito industrial son evidentes los cambios que se han experimentado en los últimos años. En el ámbito educativo universitario la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior es uno más de dichos factores. Por ello, la implantación de una adecuada metodología de MEJORA CONTINUA en cualquier institución o empresa resulta, hoy en día, no sólo conveniente, sino en algunos casos completamente necesaria. Siguiendo dicha premisa, la Escuela de Ingeniería y Arquitectura (EINA) recoge en su Política de Calidad, accesible a través de su web, que su VISIÓN es ser un referente como centro universitario en la calidad e implicación en la mejora continua del conjunto de sus actividades. Desde la EINA entendemos que dicha cultura es indispensable para cumplir su MISIÓN: dar respuesta a las necesidades sociales de transmisión de conocimiento mediante formación superior, generación de conocimiento mediante investigación, desarrollo e innovación y difusión de la cultura científica y técnica en los ámbitos de las ingenierías y la arquitectura.

No obstante, establecer una cultura de mejora continua necesita de herramientas que permitan, día a día, ir materializando dicha mejora. Para ello, los SISTEMAS DE GARANTÍA INTERNA DE LA CALIDAD (SGIC) son una herramienta de indiscutible utilidad cuando se implantan y utilizan adecuadamente. Así, si el modelo mayoritariamente implantado en el mundo empresarial es el propuesto por la norma ISO 9001, en el ámbito universitario es el modelo marcado por el programa AUDIT, desarrollado por la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) en colaboración con otras agencias regionales, modelo según el cual, la EINA dispone de un SGIC implantado y certificado.

El equipo directivo de EINA, encabezado por José Ángel Castellanos, durante una visita a un deapartamento.

El equipo directivo de EINA, encabezado por José Ángel Castellanos, durante una visita a un deapartamento.

Detrás de toda la documentación que uno de estos sistemas conlleva (manual de calidad, procedimientos, registros, etc.) siempre subyace un objetivo claro que no hay que olvidar: hacer las cosas cada vez mejor. La documentación proporciona las herramientas para ello, pero nunca ha de convertirse en un fin en sí mismo o el sistema no resultará útil. Siguiendo esta premisa, los SGIC siguen un claro esquema para cada una de sus actividades: planificarlas adecuadamente, llevarlas a cabo, medir y registrar su nivel de realización y su eficacia y, por último, actuar en consecuencia a las conclusiones extraídas de dicha medición… y vuelta a empezar. En eso consiste la mejora continua, en una rueda que gira, no necesariamente a gran velocidad, sino a la cadencia adecuada, pero que nunca puede permitirse parar. Y todo ello teniendo en cuenta en esas cuatro fases a los grupos de interés.

Si un aspecto resulta clave en todo este proceso es la medición. La toma de decisiones ha de fundamentarse en datos y no sólo en impresiones, para lo cual la utilización de indicadores, la realización de encuestas a los distintos grupos de interés, las auditorías internas, etc. permiten su obtención y posterior análisis – fase muy importante y que corre el peligro de obviarse por el “agobio del día a día”, convirtiendo la toma de datos en un ejercicio inútil -.  Todo ello posibilita, además, un sano ejercicio de autoevaluación o, yendo más allá, de autocrítica, que resulta esencial para cambiar y mejorar.

José Antonio Yagüe Fabra Subdirector de Calidad de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura

José Antonio Yagüe Fabra
Subdirector de Calidad de la Escuela de Ingeniería y Arquitectura